Cubrirse la nariz y boca con un trapo o pañuelo ha sido por siempre una práctica refleja, casi instintiva frente a olores desagradables. Es así que, durante las epidemias que azotaron a la humanidad fue una práctica frecuente en la firme creencia que, más allá de las pestilencias, el contagio de la peste se trasmitía a través del aire.
Más aún, la máscara utilizada por los “médicos de la peste” [véase nota anterior: il dottore della peste], diseñada por el francés Charles de L’Orme, podría considerarse como antecesora del “barbijo”.
Se atribuye a Paul Berger (1845-1908), médico francés, ser el primer cirujano en utilizar una “máscara quirúrgica” en la segunda mitad del siglo XIX, sentando las bases de su uso con la lectura realizada en la Sociedad Quirúrgica de París de su trabajo: «On the Use of a Mask in Operating» [Sobre el uso de las máscaras en los Quirófanos] el 22 de febrero 1899. (Durante varios años, me ha preocupado… [como] gotas de líquido proyectadas desde la boca del operador o sus asistentes pueden ejercer brotes de infección…).
Jan Mikulicz-Radecki (1850-1905), fue un cirujano polaco, innovador de técnicas quirúrgicas y pionero en implementar la asepsia en los quirófanos. Diseño una “mascarilla de gasa” (1897) y fue el primero en utilizar guantes en el quirófano de la Universidad de Breslau, Polonia, considerado un modelo en toda Europa. Además de describir la enfermedad inflamatoria de las glándulas lagrimales y salivales que hoy lleva su nombre, fue un defensor y divulgador de las técnicas antisépticas propuestas Joseph Lister (1883-1912).
Carl Flügger (1847-1923) avocó su trabajo al estudio de la “Higiene” como disciplina médica independiente y es recordado por sus investigación sobre la transmisión de enfermedades infecciosas, demostrando la existencia de pequeñas “gotitas” que rocían el aire (gotitas de Flügge) cuando tosemos, hablamos o respiramos. Hallazgo que sustentó el uso de las máscaras quirúrgicas.
Desde 1926, a raíz del descubrimiento que en las heridas infectadas de los pacientes se encontraron los mismos microorganismos que había en las narices y fauces de los cirujanos, el uso de máscaras faciales o barbijos fue obligatorio. Sin embargo, En la Argentina dicha norma tardo algunos años más en imponerse (fotografías de la época muestran a los hermanos Finocchietto operando con la cara descubierta).
Hoy día (2020) el uso de barbijos trascendió los ámbitos quirúrgicos y su uso en la población general encuentra una forma de controlar la actual pandemia del COVID-19.
Referencia: Luis del Río Diez. Intramed Journal digital vol.5: Nros 1-2.
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