Como afecta el COVID-19 nuestra salud mental

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El “cansancio, la fatiga y el agotamiento”, son síntomas frecuentes en muchas enfermedades: anemia, cuadros infecciosos, cáncer, insuficiencia cardíaca, depresión, por citar solo algunos ejemplos y la enfermedad por coronavirus (COVID-19) no es la excepción. Las personas que se contagiaron con el virus SARS-Cov2 pueden experimentar diversos grados de cansancio, agotamiento y/o fatiga, incluso persistir varios meses después de finalizada la infección. Dichos síntomas no solo están limitados a los casos graves de la COVID-19 sino también pueden manifestarse en las formas leves de la enfermedad. Y estos síntomas podrían ser la expresión clínica del impacto del coronavirus sobre la salud mental.

El coronavirus puede causar daño en la salud mental, a través de diversas formas: 1) invadiendo el sistema nervioso, 2) generando micro-trombos o micro-embolias en los vasos sanguíneos cerebrales y 3) a través de los efectos nocivos del aislamiento social (cuarentena) implementados para evitar el contagio.

El virus SARS-Cov2 puede penetrar en el organismo e invadir el sistema nervioso a través de la mucosa nasal y bucal y provocar anosmia (perdida del olfato) o ageusia (pérdida del gusto) las dos manifestaciones clínicas más comunes de la infección. La invasión puede progresar comprometiendo el cerebro, aquí la respuesta inflamatoria puede causar pequeños infartos cerebrales (ACV), algunos silentes en otras ocaciones sintomáticos y depleción de los transmisores químicos de las neuronas pudiendo causar cansancio, agotamiento, fatiga intelectual, falta de concentración, ansiedad, depresión y/o deterioro en la cognición.

Pero también, estos síntomas pueden presentarse sin haber sido infectado por el coronavirus, y en tal caso responden a los efectos indirectos de la pandemia COVID_19, el aislamiento social (cuarentena), la restricción al movimiento, el fallecimiento de familiares y/o amigos, la pérdida laboral, los efectos económicos negativos, todas situaciones estresantes que pueden desencadenar trastornos afectivos (ansiedad y depresión) o stress pos traumático, en personas vulnerables (con enfermedades previas o con determinadas personalidades). 

De manera que, el cansancio y la fatiga inexplicables varios meses después de la infección pueden ser manifestaciones del compromiso cerebral de la COVID-19 o de los efectos negativos de la pandemia, pudiendo impactar sobre la cognición (problemas de concentración y/o memoria) o bien sobre nuestro estado anímico (sentimientos negativos, desesperanza, depresión).

A medida que transcurre la pandemia, la ciencia descubre distintas consecuencias de la misma e investiga las mejores terapéuticas (incluidas las vacunas). Así, el “el cansancio, el agotamiento, la fatiga, los problemas en la memoria, la depresión, cuadro clínico conocido como “COVID prolongado” o “Long COVID” (como se lo conoce en la literatura inglesa) podría ser una secuela de la infección por coronavirus o la resultante de las medidas sanitarias implementadas (cuarentena) y sus efectos nocivos. De manera que, deberíamos considerar en la evaluación de los pacientes la presencia de síntomas neuropsiquiatricos (cognitivos y afectivos), habida cuenta que, algunas intervenciones médicas podrían ser eficaces en mitigar los síntomas.

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