Dos mujeres, aisladas en un cuarto, desnudas pierden su mirada a través de una ventana en el vacío. ¿Qué miran? ¿Cuál es el enigma de las ventanas? No es introspección, su pensamiento vaga. Cada espectador puede imaginar o inventar sus historias. Soledad. Tristeza. Desesperanza. Todos los sentimientos que despierta el cuadro. Edward Hopper retrata la melancolía.
Una mujer con ropa interior en un cuarto de hotel. Sostiene un libro que no lee. Sentada en la cama carga con el peso de su cuerpo. Un hombre, sentado de espaldas a la mujer que yace en semidesnuda. Otra vez un libro sin lector. Ambos tienen la mirada fija en el suelo. Otra vez el aislamiento. Los dibujos son simples las historias de los personajes parecen complejas.
La “Gran Depresión” de 1929 despierta a un pueblo del “Sueño americano”. Habitantes de una metrópolis aislados en paisajes desolados. Una radiografía del colectivo anímico. Realismo social. La imposibilidad de construir otro “sueño”, la imposibilidad como destino.
Edward Hopper nació en Nyack en 1882 y falleció a los 84 años (1967) en New York. Ignorado durante muchos años fue reconocido como el “pintor americano”. Impuso la soledad como testigo de su obra narrativa. Cada cuadro es una historia contada tantas veces como espectadores tiene. Los personajes (protagonistas) no hablan, no se miran, solo expresan desesperanza, desánimo y abatimiento. Parecieran no tener futuro. Son el vivo retrato de la depresión de una época, del estado depresivo de los individuos.
Pero paradójicamente, el arte de Hopper logra que contemplemos la melancolía con placer. El placer infinito que solo logra el arte.
Dr. Augusto Vicario
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