Diálogos entre el arte y la neurociencia
Giacomo Rizzolatti, es un neurocientífico italiano, quien en 1996 descubrió las “neuronas espejo”. Neuronas consideradas como la base fisiológica de la sociabilidad humana y la empatía. Nació en Kiev (Unión Soviética en 1937) y estudio en la Universidad de Padua, Pisa y Parma donde desarrollo la mayoría de sus investigaciones y descubrimientos. Este sistema de neuronas nos dan la capacidad de aprender imitando (copiar), de comprender las acciones del otro y sentirlas. Esta condición, inherente al ser humano y algunos primates no-humanos, genera comportamientos útiles, refuerza la teoría de la mente y abre nuestro cerebro al mundo, en una especie de aprendizaje constante.
Heredó Jean Fabre, artista ecléctico y provocador, coreógrafo, escritor, de origen flamenco, ha promovido la investigación artística. En sus últimas exposiciones su leitmotiv ha sido el cerebro, al cual considera la parte “más sexy” del cuerpo humano entendida como una pulsión creativa sin límites para la belleza o el arte. Nació en Amberes en 1958 y estudio en la Real Academia de Bellas Artes. Su obra tiene la capacidad de estimular las emociones del espectador y a la empatía como una forma de aceptación o rechazo de su obra.
El artista se interroga sobre ¿Cuál es el ritmo con el que vibra nuestro cerebro? ¿Son las explosiones eléctricas entre neuronas el latido del cerebro? ¿Cómo razona el artista con el corazón o con el cerebro? Ambos, artista y científico, exploran de formas distintas aunque no excluyentes, las posibilidades de la mente, sus expresiones y también su fragilidad y vulnerabilidad. Ambos dialogaron sobre sobre el papel del cerebro en la sociabilidad y la empatía. La pulsión creativa como una metáfora de fisiología cerebral. “Con la explicación de las neuronas en espejo comenzamos a entender porque la belleza nos conmueve, por que disfrutamos el arte”. El cerebro como el centro de la espiritualidad, de la estética y la belleza. La empatía es el eco percibido de la intención del otro, es la percepción que condiciona los sentimientos corporales, es el nexo entre nosotros y el artista. El ruido neuronal consecuencia del fluir de impulsos eléctricos atraviesa el cuerpo como una música cerebral. La empatía sugiere un compromiso activo del sujeto hacia el otro expresado en su obra.
El “Ritmo del cerebro” es un puente entre nuestra identidad, nuestro yo (las neuronas) y el arte. “To Wear One’s Brain On One’s Head ” (Usar el cerebro en la cabeza), “Le garçon qui porte la lune et les étoiles sur sa tête” (el muchacho que lleva la luna y las estrellas sobre su cabeza), “Brain with star” (cerebro con estrella) o “The sound of the brain” (el sonido del cerebro), son algunas de las obras que componen la exposición.
El ritmo del cerebro, es una metáfora de la neurociencia y nuestros sentimientos frente al arte.
Deja una respuesta