Durante la pandemia COVID-19 el aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) ha disminuido sustancialmente el contagio del coronavirus. Sin embargo el número de consultas cardiológicas e intervenciones cardiovasculares ha disminuido en forma drástica. En Argentina mueren 100.000 personas por año a causa de las enfermedades cardiovasculares, número extremadamente superior si lo comparamos con las muertes producidas por SARS-CoV-2.
En España durante la pandemia el número de angioplastias primarias en pacientes con infarto agudo de miocardio cayó un 40%. En Nueva York el número de paros cardíacos domiciliarios creció un 800%. Y las estadísticas se repiten en distintos países.
El miedo al contagio, los inconvenientes para circular y trasladarse, el cierre de agendas médicas y muchos profesionales médicos derivados a áreas críticas son algunas de las razones que explican estos datos.
Sin embargo las proyecciones sobre el aumento de problemas cardiovascular con desenlaces fatales podrían duplicar o triplicar a los casos de contagio por COVID-19.
En este estudio del Dr. Pablo Lamela (ICBA) y colaboradores, publicado en la Revista Medicina de Buenos Aires, advierten sobre los riesgos de discontinuar la atención cardiológica por evitar el contagio del COVID-19 y proyectan un aumento en la incidencia de la enfermedad cardiovascular en diferentes escenarios hipotéticos…
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