Jornada Interdisciplinaria e Integral del Adulto Mayor, Hospital Italiano de Buenos Aires (Julio 8, 2022)

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Mesa Redonda: “La hipertensión arterial como factor de riesgo de déficit cognitivo en el envejecimiento” (Dr. Augusto Vicario)

Hay 1.4 billones de hipertensos y 50 millones de dementes en el mundo. Dos patologías muy prevalentes en la población mayor que afectan al cerebro. La hipertensión es el principal factor de riesgo modificable para desarrollar demencia y su tratamiento es considerado una de las 3 intervenciones más promisorias (junto con el ejercicio y la cesación tabáquica) para prevenir las demencias. Es así que, el daño vasculo-encefálico (enfermedad de pequeños vasos) es el nexo entre la hipertensión (como factor de riesgo) y su expresión clínica (ACV, deterioro cognitivo, demencia).

Numerosos estudios han demostrado que la “carga” y progresión de la enfermedad vascular del cerebro y su expresión clínica (déficit cognitivo) dependen del tratamiento y control de la presión arterial [1]. En tal sentido, nuestro grupo ha observado en diferentes estudios, que la prevalencia de deterioro cognitivo (MMSE <24 puntos) es mayor en el los pacientes hipertensos tratados y no-controlados [2].

Tal como demostraron los estudios (Gotemburgo, HAAS, ARIC o Whitehall II), la hipertensión en la edad media es un factor de riesgo para desarrollar demencia en la edad avanzada. Riesgo no observado en los adultos muy mayores como demostrarán los estudios 90-Plus o Leiden 85. La hipertensión e incluso las cifras de presión arterial elevadas (dentro de límites normales), necesitan tiempo para causar daño cerebral (10 años o más). En tal sentido, el estudio Young Finns ha demostrado que, la presión sistólica por encima del percentil 75 en niños y jóvenes entre 6 y 12 años se asoció con disminución de la performance cognitiva 30 años después, en la edad media de la vida.

El seguimiento de pacientes hipertensos en el tiempo ha permitido conocer sus trayectorias. Es así que, tanto la “carga hipertensiva” como los diferentes patrones identificados (hipertensión-hipertensión e hipertensión-hipotensión) demostraron incrementar el riesgo de demencia entre 2 y 4 veces [3,4].

Finalmente, el Syst-Eur fue el primer estudio que demostró que el tratamiento intensivo de la presión arterial disminuía la incidencia de demencia en 55% [5] y en forma reciente el estudio SPRINT no solo confirma el hecho sino que observó que los pacientes presentan menos carga de lesiones de sustancia blanca subcortical, menos atrofia cerebral y más incremento del flujo sanguíneo cerebral [6-8].

En conclusión: la hipertensión arterial es un factor de riesgo modificable, ya que ha sido demostrado que el tratamiento intensivo no solo mejora algunos déficits cognitivos sino evita el daño vascular del cerebro y por tanto retarda la progresión de deterioro cognitivo y reduce el riesgo de demencia.

Referencias

  1. Hypertension 2013;61:1354-1359
  2. Hipertens Riesgo Vasc 2018;35(4):169-176 
  3. JACC 2022;79(14):1321-35
  4. JAMA 2019;322(6):535-45.
  5. Lancet. 1997;350(9080):757-64.
  6. JAMA 2019, 321:553-561.
  7. JAMA. 2019;322(6):524-534
  8. JAMA Neurol. 2022;79(4):380-89.

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