Hoy día se sabe que, el 40% de las demencias podría prevenirse o retardarse modificando 12 factores de riesgo, entre los cuales la “inactividad física o sedentarismo” ocupa el 4to. Lugar entre los factores de riesgo vascular modificables que aumentan la mortalidad, según la Organización Mundial de la Salud. Es así que, la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina identificó, en su Reporte anual de 2017, al ejercicio físico como una de las 3 intervenciones (junto al control de la presión arterial y la estimulación cognitiva) que pueden mejorar el deterioro cognitivo y prevenir la demencia.
Es sabido que el ejercicio físico mejora el perfil lipídico, previene la obesidad y la diabetes tipo 2, pero también promueve la salud cerebral: reduce el stress, mejora el sueño y el estado anímico, estimula la formación de nuevas conexiones entre neuronas, aumenta la resistencia al daño cerebral, ralentiza el deterioro cognitivo y previene la demencia. Incluso puede disminuir la declinación cognitiva propia del envejecimiento. Más aún, si el ejercicio es combinado con otras intervenciones como la dieta y la estimulación social y cognitiva, los efectos beneficiosos sobre la función cerebral se potencian.
Numerosos estudios han demostrado que el ejercicio físico se traduce en cerebros de mayor volumen (es decir menos atrofia) y con menos lesiones vasculares. Solo 6 meses después de un plan de entrenamiento aeróbico de moderada a alta intensidad, han demostrado mejoría en el rendimiento cognitivo de adultos mayores, en especial, en aquellos dominios cognitivos que más se afectan con el envejecimiento y las enfermedades vasculares, tales como las funciones ejecutivas y la atención (funciones que dependen de los lóbulos frontales).
¿Qué modalidad de ejercicio es superior a otra en la prevención de la demencia? Si bien en la mayoría de los estudios realizados han demostrado que el “ejercicio aeróbico” y de intensidad moderada o vigorosa tiene efectos positivos sobre la función cognitiva, hoy por hoy es aceptado que la combinación de ejercicio aeróbico con ejercicios de fortalecimiento muscular así como los ejercicios de equilibrio, flexibilidad y coordinación potencian sus efectos positivos. Según el estudio finlandés FINGER, la recomendación de realizar más de 150 minutos semanales de ejercicio físico estarían asociados a un mejor rendimiento cognitivo y un retardo en el comienzo enfermedad de Alzheimer.
De esta manera, el ejercicio físico parece ser una herramienta eficaz desde la perspectiva de la salud pública y dentro del arsenal terapéutico no solo para mejorar la salud general de la población sino disminuir la creciente prevalencia de las demencias y la enfermedad de Alzheimer. Ahora, no obstante todos los beneficios reportados por el ejercicio físico, no debemos olvidar que, la prescripción de actividad física en adultos mayores (mayores de 65 años) es compleja, habida cuenta, las distintas capacidades físicas y las co-morbilidades (es decir: las enfermedades asociadas), para lo cual se requiere una exhaustiva evaluación para indicar la modalidad de ejercicio (aeróbico, fortalecimiento muscular, coordinación, etc.), su intensidad, su duración y su frecuencia.
Haydee Parra
Muy interesante dado que yo no hago casi nada de gimnasia por los dolores de artrosis