La cardiología más alla del COVID-19

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Las enfermedades cardíacas y cerebrovasculares (ACV) siguen siendo las principales causas de mortalidad en el mundo. En Argentina, cada año mueren 100.000 personas como consecuencia de las enfermedades cardio y cerebrovasculares (más del 30% de la población), por cierto mucho más que las provocadas por el coronavirus SRS-CoV-2.

Como agravante, el coronavirus responsable de la pandemia actual, no solo tiene predilección por infectar el sistema respiratorio sino también ataca al sistema cardiovascular. Numerosos artículos publicados en prestigiosas revistas científicas han demostrado que el 20-25% de los casos graves de infección por coronavirus pueden sufrir complicaciones tales como infarto de miocardio, arritmias severas y/o miocarditis (una inflamación aguda del músculo cardíaco que deviene en insuficiencia cardíaca), siendo estás causas responsables de los resultados ominosos de la infección.

En la historia de las pandemias, la “cuarentena” ha sido la medida más efectiva para controlar la infección, medida que beneficia aún más a la población vulnerable o de mayor riesgo (adultos mayores con enfermedades cardiovasculares). Sin embargo “el árbol no debe impedir ver el bosque”. Según el informe del Instituto Cardiovascular-ICBA, en España, las consultas cardiológicas han mostrado una caída aproximada del 80% y un incremento (no cuantificado) de mortalidad cardio y cerebrovascular, independiente de la enfermedad por coronavirus. Es así que, la protección brindada por el aislamiento social puede transformase en un instrumento de “doble filo” si no encontramos el equilibrio entre las medidas de prevención para levitar en contagio y la continuidad en la atención médica de las enfermedades cardio y cerebrovasculares.   

Es menester comprender que el tratamiento de las afecciones cardiovasculares y el control de los factores de riesgo vasculares deben continuar a pesar de la pandemia. Es imperativo cumplir las medidas de protección personal contra el COVID-19 sin discontinuar el control de la presión arterial, la diabetes o los niveles de colesterol. Debemos dar continuidad a las prescripciones médicas y a las consultas cardiológicas acostumbradas en pacientes que sufrieron un infarto de miocardio o en aquellos que fueron intervenidos (cirugía cardíaca, angioplastias, implante de stent, etc.). Es nuestra responsabilidad no descuidar a este grupo de pacientes afectados por enfermedades cardíacas crónicas.

La consulta presencial, en caso de ser necesaria, no debe ser postergada.Podemosdisminuir la exposición al contagio del coronavirus organizando todas las medidas de seguridad impuestas por la emergencia del COVID-19 y podemos también implementar nuevas modalidades de control como es la consulta virtual que ofrece la telemedicina. La comunicación a distancia permite un contacto visual con el paciente, puede jerarquizar un síntoma, indicar un tratamiento o una internación oportuna. No dejemos del ver el “árbol”, pero no olvidemos que detrás está el “bosque”.

Dr. Augusto Vicario
Dr. Gustavo H. Cerezo
Red Federal Corazón-Cerebro

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