La curiosidad por el cerebro de personalidades famosas

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¿Por qué algunos individuos son más inteligentes, más geniales o creativos que otros? ¿Por qué algunos individuos han trascendido por sus ideas innovadoras? Explicar tales diferencias sobre la base anatómica del cerebro fue una conducta que se extiendo a lo largo de la historia.

En el Museo del Hombre, en París, dentro de un frasco de vidrio duerme conservado el cerebro de Paul Broca. Broca (1824-1880), fue un destacado cirujano y neurólogo del siglo XIX quién dedicó toda su vida a estudiar y correlacionar las conductas sociales, las enfermedades neurológicas y las características particulares de las personas con la anatomía cerebral. Hoy, la tercera circunvolución del lóbulo frontal izquierdo lleva su nombre “área de Broca”, un área permite a los seres humanos articular el lenguaje. Su lesión se expresa en un trastorno conocido como “afasia expresiva”. Este, el descubrimiento más trascendental, y otros incontables aportes de Broca a al mundo científico derivaron que ha su muerte (debida probablemente a la rotura de un aneurisma cerebral), su cerebro fuese motivo de curiosidad y estudio por otros investigadores.

 

Al cuerpo embalsamado de Vladimir I.U. Lenin, exhibido en la Plaza Roja de Moscú, le falta el cerebro. En 1924 Stalin comisionó al neurólogo Oskar Vogt para que investigará la mente privilegiada de del líder fallecido. El cerebro de Lenin fue trasladado a Alemania y fraccionado en 31.000 piezas de estudio. Así, fue creado el “Panteón de los Cerebros” (Moscow Brain Research Institute), una colección de los cerebros de personalidades destacadas de Rusia que, además del cerebro de Lenin conserva el de otros como Iván Pavlov (neurocientífico) o Serguei Korsakov (psiquiatra) y el propio Stalin. Lejos de detectar rasgos de genialidad su cerebro presentaba severos signos de atrofia y calcificación debidos a una sífilis cerebral.

 

A la 1:15 de la madrugada del 18 de abril de 1955, Albert Einstein moría en el Hospital de Princeton a causa de la ruptura de un aneurisma de la aorta abdominal. Luego de la autopsia, su cuerpo fue cremado pero, su cerebro fue conservado en forma clandestina por el patólogo Thomas Harvey. Hoy, a más de 60 años de su muerte, el cerebro de Einstein es conservado en la Universidad de Wishita, Kansas, USA. La avidez por encontrar las diferencias cerebrales que justifiquen su genialidad o inteligencia, llevó a T. Harvey a seccionarlo en más de 200 partes, incluir las piezas en parafina para poder estudiarlas y enviarlas a distintos patólogos del mundo incluso a un investigador argentino del CONICET. Después de varias publicaciones científicas al respecto nadie ha podido confirmar que el cerebro de Einstein tenga rasgos distintivos de su genialidad.

 

El “Club del Cerebro” (The American Antropometric Society) fundado en Philadelpia, USA por el Dr Edward Spitzka, también reúne los cerebros de personalidades famosas como Sir William Osler (médico) o el poeta Walt Whitman. A pesar que, las descripciones anatomo-patológicas de todos los cerebros examinados son diferentes en algún aspecto por sobre otro, ninguno de estos hallazgos ha podido conformar un rasgo distintivo al cual atribuir tales características sobresalientes. Lo cierto, por el momento, es que el cerebro inerte encerrado en un frasco con formalina, no ha sido capaz de explicar el comportamiento del que otrora se luciera genial, inteligente y creativo dentro del cráneo de su dueño.

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