Tener amigos prolonga la vida

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Un mito griego adjudicaba a la “tres parcas” (Cloto, Laquesis y Átropos), la duración de la vida. Átropos era la encargada de cortar el hilo de la vida luego que sus hermanas lo hilaran y midieran.

En el mundo actual, cada año el hilo es más largo y Átropos demora más en cortarlo. Durante la edad media el promedio de vida de un individuo era de 20 años; los niños morían al nacer, las mujeres no alcanzaban la menopausia y las poblaciones eran diezmadas por las pestes. El saneamiento ambiental y el descubrimiento de los antibióticos prolongaron la vida hasta alcanzar los 60 años a finales del siglo XIX. El siglo XX se vio amenazado por las enfermedades vasculares y, a pesar que ellas continúan siendo la primera causa de muerte en el mundo, el conocimiento científico y los avances tecnológicos han logrado que la expectativa de vida alcanzara los 80 años al comienzo del siglo XXI.

¿Extender la vida, retrasar el envejecimiento o prolongar la juventud? ¿Puede el hombre morir de vejez? La angustia existencial a la muerte hizo que prolongar la vida y gozar de la “eterna juventud” haya sido la meta de la humanidad toda. Ahora, ¿Es el precio de vivir más años sumirnos en una niebla que borra nuestros recuerdos, nos aisla y debilita nuestra salud?

La ciencia parece haber aprendido a tratar enfermedades pero no ha conseguido estrategias para prevenirlas. Vivimos más años con menos salud. La pérdida de nuestras habilidades cognitivas es un fantasma que no logramos controlar. Que haría que nuestra vejez pudiera ser saludable, plena de recuerdos y expectativas. El estudio del Desarrollo de Adultos de la Universidad de Harvard parece acercarse a la respuesta. Iniciado en 1938 ha seguido la vida de 700 hombres y, más allá de hallazgos conocidos como: “fumar es la principal causa de envejecimiento no saludable”, su actual director el Dr. Robert Waldinger demostró estudiando los lazos afectivos de los participantes que, los vínculos sociales (pareja, amigos, comunidad) son indispensables para envejecer en forma saludable.

En 2015 la Asociación Internacional de Alzheimer recomendaba entre las medidas para prevenir la demencia la “interacción social”. Los seres humanos necesitamos de los demás para sobrevivir y prosperar. La soledad y el asilamiento nos debilita, pone en riesgo nuestra salud y predispone la aparición de actitudes poco saludables (fumar, sedentarismo, obesidad, hipertensión).

Otra vez, pareciera que esperar pacientes la “fuente de la eterna juventud”, la droga para la “enfermedad de Alzheimer” o la cura de todos los males que nos afectan, no es la solución. Pero sí, o al menos en parte, debemos cultivar nuestras relaciones, afectos y amistades. Tal vez así, emular al abuelo de Noé (Matusalén) no será tan difícil.

 

Dr. Augusto Vicario

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